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Pablo Ten

Nacer en 4012

Cómo llegamos a la Edad de Oro

por Laura Uplinger



CRÓNICA DE UN IDEAL DESDE LA ENSEÑANZA


Los tiempos que hoy disfrutamos eran pura utopía en las civilizaciones precedentes. Durante milenios el amor había estado enfermo – el amor a sí mismo y el amor hacia los demás. Nunca se habían ocupado de este núcleo esencial de la autoestima colectivamente, nunca había sido nutrido; y nunca había realmente brotado en una nación. Sí, a través de los siglos la mente y el corazón de algunos individuos habían florecido sin jamás traicionar a la vida, seres que vivían una hermandad con toda forma de vida. Pero no habían sido muchos.


Las prisiones estaban llenas; el abuso, la traición, el afán de lucro desmedido, la guerra, el crimen y la indiferencia eran plagas comunes en las elites gobernantes. Siempre una horrorosa sed de disminuir y controlar a los demás para sentirse mejor.


Sin embargo, hacia el fin del siglo 20 y en las primeras décadas del siglo 21, diversas ramas de la ciencia arrojaron inmensa luz sobre el génesis de un ser humano pleno y saludable, confirmando lo que la sabiduría de muchas tradiciones sagradas había enseñado desde la aurora de los tiempos.


¡Finalmente se logró comprender, apreciar y respetar la intrincada orquestación de nuestro desarrollo fisiológico en el vientre materno! Los bebés gozaron de condicionas cada vez mejores para desarrollar órganos sanos y resilientes – especialmente el cerebro – gracias a la calidad de la bioquímica y de los nutrientes en la sangre de las madres.


En las escuelas y las universidades, los alumnos de todas las edades estudiaron el plan de la naturaleza para una salud primal en plenitud. Por todo el mundo, los gobiernos comenzaron a despertar a la simple y magnífica realidad de que cada mujer embarazada necesita, por sobre todas las cosas, una buena alimentación, alegría y belleza inspiradora a su alrededor.


Por primera vez en más de 12.000 años las sociedades empezaron a dedicar grandes recursos financieros y culturales al bienestar de las embarazadas, a fin de proteger esta etapa decisiva de la maternidad. Por primera vez en tantos milenios, los poderosos entendieron: Las madres dan a luz a las civilizaciones.


El siglo 21 vio el inicio de los centros que hoy disfrutamos en las ciudades, suburbios y pueblos alejados. Lugares de reunión construidos en hermosos parques donde las madres embarazadas caminan al aire libre, cantan juntas, descansan, tejen, pintan, leen, bailan, nadan… deleitándose en la exquisita sinergia entre los pequeños seres en gestación.


A medida que la humanidad fue aprendiendo cuan receptivos somos al mundo interior de nuestros padres, que la integridad de nuestro cuerpo adulto y sus trillones de células comienza en el amoroso abrazo sexual, los embarazos no deseados se volvieron cada vez menos frecuentes. Incluso los meses antes de la concepción empezaron a vivirse de forma consciente.


¡Oh, y tengo que contarles sobre los partos! La ignorancia que había impregnado la mayoría de las prácticas en el nacimiento, fue menguando hasta desaparecer. El uso indiscriminado y abusivo de intervenciones (médicas) – finalmente reconocidas como contraproducentes en el mejor de los casos y muchas veces hasta dañinas – llegaron a un extremo a principios del siglo 21. De una vez por todas, los “expertos” respetaron la privacidad de la mujer en trabajo de parto, confiando en la sabiduría de su cuerpo. La tranquilidad y la intimidad fueron implementadas como las principales herramientas de un nacimiento fácil.


La década del 2050 marcó un punto de inflexión: la primera generación de los nacidos en armonía llegó a la adultez. Se tornaron artistas, profesores, comerciantes y políticos de una nueva especie. Su presencia en la tierra infundió más creatividad, empatía, flexibilidad, inteligencia social y resiliencia en la médula de la familia humana. Cuando tuvieron sus propios hijos se evidenció que el beneficio de invertir en salud primal aumenta exponencialmente de generación en generación.


La gente empezó a vivir más y mejor. Amamantar se volvió una práctica universal e incuestionable, mientras que las nodrizas y la leche maternizada cayeron en desuso. Las prisiones, los hospitales psiquiátricos y las unidades de terapia intensiva para recién nacidos fueron cerrando sus puertas. Las fronteras artificiales entre las naciones fueron declaradas obsoletas.

Y así es cómo llegamos a la Edad de Oro que nuestros ancestros tanto anhelaban, y para la cual tanto trabajaron.


Mid-Pacific Conference on Birth and Primal Health Research, Hawaii, 2012



* Laura Uplinger es una educadora internacional en el ámbito de la concepción consciente y de la parentalidad prenatal y perinatal. Se dedica a promover la relevancia de la vida interior de la mujer embarazada sobre la calidad de la formación de su bebé.

Brasileña y americana, de formación universitaria francesa (licenciada en Psicología Aplicada), en los últimos 45 años ha participado de eventos para el público en general, estudiantes, estudiosos y profesionales del nacimiento en Europa, África y las Américas, exponiendo sobre el psiquismo fetal y su rol en el adviento de una humanidad más saludable y fraterna.

La hermana Laura conoció al maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov en 1976, asisitió a muchas de las conferencias que dio hasta el año 1985, y sigue estudiando tanto sus enseñanzas como las del maestro Beinsa Douno.

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